Naturaleza y bienestar
Más de la mitad de la población mundial vive actualmente en áreas urbanas, y se proyecta que para 2050 unos siete mil millones de personas vivirán en áreas urbanas, lo que puede tener un importante impacto en nuestra calidad de vida. Por ejemplo, un estudio norteamericano mantiene que el estadounidense pasa de promedio un 90% de su tiempo en interiores. Esto es preocupante porque en muchos estudios se ha encontrado una relación positiva entre la naturaleza y nuestra salud y la evidencia que muestra este impacto positivo ha crecido considerablemente durante las últimas décadas. Las teorías de por qué este podría ser el caso se centran en diferentes aspectos como la evolución, la reducción del estrés o la restauración de la atención.
Algunos autores mantienen que esta asociación positiva con la naturaleza se debe a la evolución. El biólogo estadounidense Edward O. Wilson propuso en su libro “Biophilia” (1984) que la conexión que los humanos tienen con la naturaleza posee una base genética y está arraigada en nuestra historia evolutiva. Etimológicamente hablando, biofilia, el título del libro significa “amor por los seres vivos”. Los avances tecnológicos durante los siglos XIX y XX tuvieron un impacto significativo en la relación entre la naturaleza y la humanidad, disminuyendo nuestro impulso de interactuar con los espacios naturales. Y, sin embargo, el contacto con la naturaleza es vital para nuestra salud física y mental. Según John Burroughs “Voy a la naturaleza para que me alivien y me curen, y para que mis sentidos se pongan en orden”.
La creencia de que la naturaleza tiene efectos terapéuticos sobre nuestra salud se remonta a muchos siglos atrás. Hipócrates destacó la importancia del “aire, las aguas y los lugares” para nuestro bienestar general, y los textos romanos antiguos reconocieron los beneficios para la salud de los espacios verdes. En 1991, Roger Ulrich desarrolló la Teoría de Reducción del Estrés (SRT) basada en un estudio en el que los participantes vieron una película estresante y luego fueron expuestos a videos en color y sonido de diferentes entornos naturales y urbanos. Según la SRT, aquellos entornos naturales que contienen vegetación y agua, y que por tanto muestran que proporcionan recursos y lugares de refugio de los depredadores, se consideran más favorablemente. En la práctica, esto se traduce en una reducción inconsciente del estrés cuando nos hallamos en espacios verdes de estas características.
Otra teoría es la Teoría de Restauración de la Atención, o ART, desarrollada por Rachel y Stephen Kaplan en la década de 1980, que describe el efecto restaurador y positivo que la naturaleza tiene en nuestras mentes. Según la ART, los entornos urbanos afectan nuestra concentración, saturándonos de información procedente de señales constantes (ruido, sonidos, luces, etc.) que requieren una constante “atención voluntaria”. Este tipo de atención requiere esfuerzo y depende de la inhibición de otros estímulos, lo que conduce a la fatiga. La naturaleza no requiere de excesiva atención voluntaria, sino que genera “fascinación” o “atención involuntaria”, tal como lo denominó William James (1892). Esto incluye contemplar cómo las nubes se mueven, las hojas se balancean o el agua gotea. La naturaleza brinda momentos de paz donde podemos recuperarnos de la fatiga mental, haciéndonos sentir mejor y devolviéndonos la capacidad de prestar atención y ser creativos.
Si bien el estrés no siempre es indeseable y puede ser producto por eventos de la vida diaria, la reducción del estrés crónico es crucial para nuestra salud, especialmente para prevenir las enfermedades mentales más comunes como la depresión y los trastornos de ansiedad. En entornos urbanos estamos sobrecargados de estímulos complejos, intensos y amenazantes, como multitudes, aire contaminado y ruidos repentinos. Los estudios han encontrado repetidamente que estar en entornos naturales es más efectivo a la hora de reducir la presión arterial y la ira, de generar un sentimiento de revitalización y de mejorar nuestro estado de ánimo en comparación con los entornos urbanos.
Una encuesta realizada durante 2020 en el Reino Unido mostró un aumento en el número de adultos que pasan tiempo en espacios verdes, con más del 67% de los adultos pasando tiempo al aire libre en julio de ese año, en comparación con el 49% de abril. Además, el 85% de los participantes de esta encuesta afirmó que “estar en la naturaleza les hace felices”, el 75% mencionó que estaban intentando interactuar más con la naturaleza y el 42% afirmó que la naturaleza era importante para su bienestar. Con la reducción de las restricciones al movimiento de personas, motivar a la ciudadanía a pasar tiempo al aire libre, interactuando con la naturaleza, para mantener nuestra mente y cerebro saludables parece un objetivo importante. Ahora es más importante que nunca disfrutar de los beneficios de estar en entornos naturales, sean jardines o parques naturales.
Auri Carballo
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