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“Menos podas, significa más salud para los árboles” Joan Guitart, jefe de Área de Arbolado de Parques y Jardines de Barcelona

portada entrevista joan guitart

Joan Guitart es jefe del Área de Arbolado de Parques y Jardines de Barcelona, en una de las últimas entrevistas realizadas para BETEVE analiza la gestión actual del arbolado en la ciudad condal.

A lo largo de esta conversación, Guitart explica que la práctica de efectuar grandes podas a los árboles de las calles hace años que no se realiza en Barcelona, pero sí todavía en muchas villas y ciudades de Cataluña y del resto del estado, donde se tiene muy interiorizado que, si un árbol no está podado, está “descuidado”.

Una situación que contrasta con los últimos años, en que las directrices y tendencias respecto a la poda de los árboles de la trama urbana de Barcelona se centran en dejar crecer los árboles de forma libre y podarlos sólo en casos que sea estrictamente necesario.

Guitart explica que “En los últimos años los árboles de Barcelona se dejan crecer más libremente y ya no se podan tanto como antes. Menos podas, significa más salud para los árboles, y los que se podan el mínimo necesario crecen más sanos. Si los árboles crecen libremente, en equilibrio, son más sanos y combaten mejor las plagas de insectos y hongos, además de ser más fuertes y resistentes.”

De esta manera, confirma que los árboles con grandes copas aportan más beneficios a los ciudadanos, gracias a que son elementos imprescindibles en las ciudades por el hecho de proporcionar un gran valor medioambientales y social, dado su papel como reguladores climáticos. Una importancia clave en el contexto actual de emergencia climática.

EL PAPEL DEL ARBOLADO EN LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

Conviene recordar que los árboles con grandes copas generan sombra y frescor en verano, haciendo bajar unos cuantos grados la temperatura a pie de calle. Aparte, la sombra que generan en las fachadas en época estival contribuye a reducir el consumo energético destinado a la climatización de los edificios, sobre todo en los primeros pisos. Los caducifolios, además, permiten el paso de la luz del sol en invierno, y contribuyen a reducir el consumo energético. Los árboles contribuyen a atenuar la contaminación acústica, es decir, el ruido derivado del tráfico rodado y de la actividad urbana. Mejoran la calidad del aire por el hecho de generar oxígeno y por contribuir a la retención de gases y partículas contaminantes.

Los árboles disminuyen la concentración de contaminantes porque las hojas pueden incorporar gases y atrapar las partículas en suspensión. Los árboles viarios contribuyen a regular el ciclo hídrico por el hecho de ayudar a reducir el volumen de aguas de escorrentía y de posibles inundaciones.

También incrementan la biodiversidad vegetal. La variedad de especies de árboles y arbustos -sobre todo si proporcionan frutos- suministran alimento y refugio a diversos animales, sobre todo pájaros. Finalmente, los árboles también tienen beneficios sociales por el hecho de mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas. Embellecen y hacen más con las ciudades, y nos regalan cambios cromáticos a lo largo de todo el año y permiten disfrutar también de los colores del otoño.

No obstante, en el caso de calles muy estrechas y con gran volumen de tráfico, tener grandes copas podría ser contraproducente debido a que en limitarían la ventilación y las partículas contaminantes podrían quedar retenidas durante más tiempo. Este, sin embargo, no es el caso de Barcelona, ya que en calles pequeñas hay árboles de porte pequeño.

¿Qué tipos de podas se realizan en los árboles de Barcelona?

Antes de podar se debe tener en cuenta las características de la especie y la etapa de desarrollo en que se encuentra el árbol. En general, conviene diferenciar intervenciones en árboles nuevos y en árboles heredados, es decir, árboles antiguos plantados hace años. Los árboles que se plantan de nuevo llegan con una poda de formación hecha a los viveros.

Durante los primeros cuatro años no se les hace ninguna poda, sólo se les riega para que arraiguen. A partir de entonces, una vez restituido el sistema radical, crecen a mayor ritmo. Si lo hacen de forma correcta, no se interviene, sólo se les hace una revisión periódica para determinar si tienen alguna rama seca, o alguna que vaya hacia las fachadas y que haya que retirar.

Se trata de árboles que están en equilibrio en el nuevo ecosistema urbano: son sanos y resistentes. Los árboles heredados como grandes plátanos o almeces, a los que se les habían realizado podas agresivas en el pasado, no tienen un desarrollo muy vertical, es decir, un solo eje del que van saliendo ramas, sino una cruz de ramaje de la cual salen seis o siete ejes, un hecho que facilita que puedan llegar a tocar fachadas.

En estos casos, tal como explica Joan Guitart, es necesario realizar una poda de mantenimiento, es decir, retirar las ramas secas y las que van hacia las fachadas. “Se intenta mantener el árbol en equilibrio, el árbol es grande, pero la parte aérea está compensada con las raíces”.

Dentro de los árboles heredados, se incluyen también los árboles desequilibrados o mal formados en los que conviene reducirlos la copa por temas de seguridad mediante una poda de reestructuración. Los plátanos de sombra heredados, a pesar de ser de gran porte, crecen lentamente.

La poda de las palmeras es una poda de mantenimiento específica que se limita a la eliminación de hojas secas, tallos, inflorescencias y frutos, respetando al máximo la forma esférica natural de la corona.

¿Cada cuánto se podan los árboles de Barcelona, y cómo se garantiza la seguridad en el arbolado?

Guitart explica que “Anualmente se poda un 25% de las calles de cada distrito, en el orden establecido de rotación de calles, por lo tanto, cada cuatro años se interviene en la poda de todo el arbolado de Barcelona. La campaña se lleva a cabo entre octubre y el mes de marzo, aunque a lo largo de todo el año se realizan actuaciones detectadas durante las revisiones anuales.”

Al respecto de la seguridad en la gestión del arbolado, comenta que “Para minimizar riesgos asociados a la caída de ramas o de árboles, hay que conocer en todo momento el estado de todo el arbolado de las calles de la ciudad. Es por ello que una vez cada dos años se revisa uno a uno el total de los árboles de las calles de Barcelona.”

De esta manera, “Hay cinco inspectores de viario que a lo largo de todo el año recorren a pie las calles, analizan cada ejemplar y en revisan todas las alteraciones que puedan tener (altura, estructura, cavidades, etc.). Los datos se introducen en una aplicación, mediante una tableta, y éste les sugiere si aquel árbol se puede mantener como está, si hay que hacer alguna intervención concreta (porque tiene alguna herida, cortar alguna rama o bien reestructurar / compensar la copa), o bien, en el peor de los casos, si hay que abatirlo por temas de seguridad y sustituirlo por otro.”

Para acabar, Guitart comenta que cada árbol de Barcelona tiene una ficha en la que, aparte de toda la información de seguridad, indica por qué especie será necesario sustituir una vez muera o sea necesario abatirlo, en consonancia con el “Plan director del arbolado (2017-2037), el cual busca que ninguna especie supere en el futuro el 15% del total, además de evitar el monocultivo.

Los operarios que realizan las podas las hacen con un dispositivo digital y acceden al historial de cada árbol que deben podar. La aplicación contiene descritas las actuaciones a hacerlos según la revisión de seguridad. Si un inspector detecta que un árbol tiene algún riesgo inminente, o bien si se recibe alguna alerta de los vecinos por algún tema en concreto, entonces actúan las brigadas urgencias. 

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