Los orígenes de la evaluación de riesgo y su práctica profesional
La gestión del arbolado es uno de los aspectos más importantes de la infraestructura verde urbana, y por consiguiente, también es clave realizar una adecuada evaluación de riesgo para poner en práctica las acciones necesarias con las que proteger a la población y la biodiversidad de la naturaleza urbana.
En la actualidad, cada vez más equipos de planificación, diseño y gestión del verde urbano, convergen en la idea general de integrar más y mejor la vegetación en los ambientes antrópicos. Esto incluye los planteamientos biofílicos de ciudad o de urbanismo ecológico, de urbanismo ecosistémico, de urbanismo del paisaje o de urbanismo de procesos. La idea es clara: utilizar la vegetación en las ciudades para que se optimicen los servicios que proporcionan, tanto de provisión, de regulación o culturales, diferentes en función del contexto geográfico y cultural de la sociedad.
De este modo, Pedro Calaza analiza en el artículo ‘Los orígenes de la evaluación de riesgo y su práctica profesional’, los orígenes de la evaluación de riesgo, centrándose en sus fundamentos y raíces. La evaluación de riesgo de arbolado trata de minimizar impactos en la salud de las personas, es decir, está íntimamente relacionada con la salud pública. En las disciplinas que se vinculan a la salud como la seguridad en el transporte, la seguridad alimentaria, la seguridad de los productos que utilizamos, la seguridad de las construcciones (casas, puentes, pavimentos, etc.) y muchas otras, los profesionales, los especialistas, tienen una serie de atribuciones profesionales conseguidas mediante un título universitario y el respaldo de un colegio oficial profesional con competencias en ese tipo específico de trabajo.
Es decir, la seguridad pública que incluye al arbolado, no puede estar en manos de cualquiera, requiere especialistas formados con atribuciones profesionales académicas. Y todo ello pasa y debe pasar por las universidades.
En el contexto de nuestro país, las atribuciones están asociadas a un título universitario; sin embargo, las competencias dependen del conocimiento que se adquiere a lo largo de la vida, muy vinculadas a la experiencia. En algunos países es obligatoria la experiencia para poder alcanzar todas las atribuciones profesionales.
Es muy importante disponer de los conocimientos que recoge esta experiencia, Pedro Calaza destaca la creación de la herramienta BDECA (Base de Datos de Colapsos de Árboles), cuyo fin es la mejora del conocimiento. Una base de datos de todos y para todos, que es complicada por técnicos especialistas y que permite ir publicando poco a poco, perfiles de fallos de las especies más conocidas siguiendo el modelo americano (ITFD).
Más información en el artículo completo de Pedro Calaza (páginas 32-41).
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