Limitar el agua de riego no es siempre la solución más eficiente
A pesar de que limitar el consumo de agua al aire libre, y en especial el agua de riego, es un enfoque cada vez más popular para conservar el agua en las ciudades semiáridas. Una reciente investigación publicada en el portal digital Ciudades Verdes, ha demostrado la importancia que tiene una buena comprensión de lo que impulsa el consumo de agua en la jardinería local.
No en vano, el agua se acaba. Y es por ello por lo que cada vez es más evidente la necesidad de realizar una adecuada gestión de los recursos hídricos de nuestro planeta, de manera que sigamos mentalizándonos de un uso eficiente del agua.
Dentro de la gestión que se debe realizar para administrar la escasez de este elemento, una de las soluciones más propuestas es la de simplemente limitar el uso por parte de los servicios y labores que requieran de recursos hídricos, como puede ser el riego.
Sin embargo, una reciente investigación publicada en el portal digital Ciudades Verdes se ha centrado en los servicios ecosistémicos que proporcionan los árboles, pero en ciudades de climas áridos que conviven con limitaciones en el suministro de agua.
Este estudio ha comprobado que un exceso de preocupación por el consumo del agua consigue descentrar a los equipos de gestión de los beneficios que tienen los programas de plantación y mantenimiento de árboles, así como las ventajas que pueden tener para la gestión del agua y la biodiversidad.
Este trabajo ha estado centrado en la gestión hídrica de Colorado (Estados Unidos), y se han explorado los factores que impulsan el consumo de agua al aire libre en una ciudad semiárida de tamaño mediano que se prevé que experimente un crecimiento demográfico significativo.
Algunos resultados han sido específicos de los patrones de desarrollo de esta ciudad, donde el uso de agua en actividades al aire libre de un hogar aumenta un 7% por cada milla adicional (1.6 km) de distancia desde el centro histórico urbano. De manera similar, las viviendas con mayor nivel económico también han utilizado más agua.
Sorprendentemente, los hogares con una proporción más alta de cobertura vegetal con respecto al tamaño de la parcela de terreno han mostrado una marcada tendencia a consumir menos agua, con lo que parece haber una relación entre la edad del edificio, el porcentaje de cobertura arbórea y los efectos en el modelo de consumo.
El impacto es importante, ya que el gasto de agua ha disminuido un 5% por cada bloque de 10 años y un 4% por cada 10% adicional de cobertura del dosel arbóreo.
Este resultado podría deberse a que las parcelas que están a la sombra de los árboles requieren menos riego en general e impacta de forma significativa sobre su consumo global. Por tanto, parece recomendable considerar la importancia de invertir en agua de riego para plantar y gestionar árboles en entornos urbanos semiáridos como una estrategia para reducir el consumo de agua global de la ciudad, lo que incluye la colaboración de vecinos y propietarios de zonas verdes privadas.
Unos datos que pueden ayudar a los gestores urbanos a crear paisajes eficientes en el uso del agua, sin renunciar a los beneficios ecosistémicos que ofrecen.