La fauna anfibia en nuestros parques y jardines: El sapo partero
Los anfibios cumplen una función importantísima en la cadena trófica biológica, ya que consumen insectos y otros invertebrados, cuyas poblaciones, de no ser controladas, pueden llegar a convertirse en plagas problemáticas.
Son un grupo animal que influye de gran manera en el equilibrio del ecosistema, además, tienen una gran sensibilidad con los cambios en el medio, al convivir estrechamente en espacios húmedos. Por ejemplo, se han estudiado poblaciones de anfibios a los que se les ha alterado su época reproductiva debido a la presencia de químicos en el agua.
EL SAPO PARTERO COMÚN
Los anfibios, en general, no es un grupo faunístico muy abundante en nuestros parques. El tratamiento de las aguas, los tratamientos fitosanitarios o la introducción de peces en los estanques han llevado a muchos parques y jardines a quedarse huérfanos de especies otrora abundantes como ranas, sapos y tritones.
Sin embargo, aún quedan especies que podemos encontrar con cierta facilidad en las noches de verano de los parques urbanos. Hablamos del sapo partero común.
El sapo partero común se da en una gran amplitud de hábitats, ya que puede vivir desde el nivel del mar, hasta los 2400 metros como es el caso de las poblaciones de los Pirineos, pero se encuentra principalmente en la mitad norte peninsular. Vive en zonas de monte mediterráneo, bosques caducifolios, matorral, llegando incluso a habitar zonas semiáridas.
Sus poblaciones se pueden asentar en canchales, barrancos, zonas agrícolas, jardines, parques y bosques, aunque no le gusta alejarse demasiado de los puntos de agua. El sapo partero común es de pequeño tamaño, sus tallas son de 4 o 5 cm como longitud total, siendo de entre 1 y 3 cm su longitud cuando los ejemplares están totalmente metamorfoseados y abandonan el agua.
Su piel tiene tonos pardos, grisáceos y oliváceos, está salpicada por manchas verdosas, negras o rojizas. Se diferencia de la de otros sapos debido a que ésta es más lisa.
Se alimenta principalmente de artrópodos, anélidos y moluscos, principalmente en hábitos crepusculares o nocturnos. El periodo de reproducción puede ir desde el mes de febrero hasta el mes de agosto, pudiendo llegar a hacer hasta tres puestas al año.