Especies o ecosistemas: ¿Cuál es la mejor manera de restaurar el mundo natural?
Proteger la biodiversidad es indispensable para poder mantener la infraestructura verde urbana como un espacio sano, sostenible y resiliente. Una zona urbana en la que tanto la fauna, la flora como las comunidades humanas puedan convivir en armonía. No en vano, la ONU decidió hace un tiempo comenzar la iniciativa ‘Década de la Restauración de Ecosistemas’, de la que ya hablamos en un artículo anterior.
Junto a todos los proyectos, iniciativas, métodos, herramientas y demás posibilidades de gestión de la biodiversidad, surge la pregunta ¿Cuál es la mejor manera de restaurar el mundo natural? A esta pregunta han querido responder una serie de nuevos estudios.
Tres investigaciones distintas para un estudio transversal
La revista Yale 360 ha publicado un estudio dirigido por la ‘Yale School of the Environment’. Una obra académica que ofrece diferentes puntos de vista contradictorios, al respecto de si los esfuerzos debieran centrarse en especies o ecosistemas individuales. También señala el papel que los seres humanos podemos desempeñar en el cuidado y conservación de los paisajes.
Los tres artículos presentan ideas muy diferentes sobre lo que significa ‘integridad ecológica’ y la mejor manera de conservar el territorio silvestre. Parten de diferentes enfoques: el amor por las especies y por su propio bien; del deseo de mantener los sistemas que en última instancia sustentan la vida; y de una visión más centrada en el ser humano, y de lo que es y lo que no es posible.
No sólo existen diferencias en el estudio, también ofrecen algunas áreas de consenso. En particular, reconocen que muchas de las áreas identificadas como ecológicamente intactas coinciden con territorios administrados por comunidades indígenas, que han desempeñado un papel vital en el mantenimiento de la integridad ecológica de estas áreas.
La definición de integridad ecológica depende mucho de la elección de una ‘línea de base de tiempo’, la cual está fijada en el año 1500 de nuestra era, momento en el que ciertos paisajes culturales prácticamente desaparecidos actualmente, estaban bien establecidos todavía.
Por aquel entonces, el Amazonas estaba en su apogeo de ocupación humana, plantado con árboles económicamente valiosos y sostenido por suelos artificiales, creados por sus habitantes.
También en ese entonces, en África Central, los elefantes del bosque vivían en abundancia compartida con las tribus locales y el Serengeti había sido compartido durante mucho tiempo entre los pastores de ganado masai y la megafauna más carismática de África.
Estos paisajes bien desaparecieron, o bien resultaron profundamente alterados cuando los colonialistas europeos llegaron para saquear su riqueza natural, desestabilizando su equilibrio ecológico.
Al respecto, uno de los investigadores destacó que “La historia natural es la historia de la humanidad. Conservar la biodiversidad no trata de crear lugares sin gente, sino de conservar los paisajes culturales biodiversos que la gente ha moldeado y sostenido”.
Visto lo visto, no hay una respuesta clara todavía, lo que sí hay es un claro compromiso de la comunidad científica en los valores por la defensa de la biodiversidad.
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