El parque La Mexicana: la mercantilización del espacio público o la irrupción de espacios verdes autogestionados
La Ciudad de México DF cuenta con un parque urbano, producto de las negociaciones entre el gobierno municipal y una asociación de colonos, donde priman los espacios de contemplación y consumo.
Este modelo genera incertidumbres respecto a la función de socialización de los parques para toda la población, señalada por el investigador Thomas Astell-Burt.
La presencia de nuevas dinámicas en la gestión del espacio público verde en las últimas décadas ha derivado en la irrupción de espacios verdes autogestionados. Se trata de un nuevo modelo que cuenta con adeptos y detractores. En este sentido, hay quienes defienden la existencia de estos parques autogestionados sin costes de mantenimiento para las administraciones públicas, mientras que otros consideran que excluyen a ciertos habitantes en función de su renta.
El Parque Urbano La Mexicana, en México DF, es un ejemplo de espacio verde autogestionado al margen de la administración pública. Fue inaugurado en noviembre de 2017, tras un arduo proceso de negociación entre el gobierno de la ciudad y la Asociación de Colonos de Santa Fé, para sustituir un proyecto de vivienda social por este proyecto de infraestructura verde donde las entidades privadas invirtieron cerca de 100 millones de euros, unos 2.000 millones de pesos mexicanos.
En su presentación al público, La Mexicana se define como “un parque metropolitano gratuito de primer nivel y con vocación social, un punto de encuentro para la recreación, la cultura y el deporte en donde se promueve el amor por la naturaleza y la apreciación de la belleza”. También detalla en su página web, que la misión de este espacio verde urbano es “brindar a los visitantes la mejor experiencia en un parque. Operar con los más altos estándares de seguridad y mantenimiento. Ofrecer variedad de espacios, así como programas recreativos, culturales y deportivos”.
Esta visión del parque de La Mexicana, presentada por sus propietarios, presenta ciertas dudas para algunos investigadores, como exponen en un artículo científico los investigadores Yadira Contreras, Octavio Castillo y Adriana Guadalupe Guerrero, pertenecientes a la Universidad Autónoma del Estado de México. Consideran que los servicios de consumo presentes en el parque, como las terrazas de restauración, la tienda de autoservicio o el alquiler de bicicletas, funcionan “como un proceso de inclusión y exclusión que disminuye su carácter público”. También ponen el foco en la presencia de seguridad privada “encargada de vigilar que se cumpla con el reglamento del parque”.
La función de socialización de los parques para toda la población, señalada por el investigador Thomas Astell-Burt, refuerza la necesidad de apostar por espacios que sean inclusivos y no discriminen en función de la renta. Frente a la mercantilización de los parques urbanos, las administraciones apuestan por lugares públicos que sean áreas de recreación para los habitantes de las ciudades y cumplan además con las necesidad urbanas y ambientales.
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