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¿Cuál es el potencial alergénico de la infraestructura verde urbana?

Paloma Cariñanos, experta en botánica y docente del máster en Ecología Urbana, ha ofrecido una entrevista al portal web UNIR, en la que analiza el potencial alergénico de la infraestructura verde y ha presentado el desarrollo de un índice que permite valorarlo.

La Organización Mundial de la Salud ha declarado la alergia al polen como una de las enfermedades respiratorias con mayores previsiones de crecimiento en los próximos años, estimándose que en la actualidad un 30% de la población mundial está afectada por reacciones sintomáticas al polen transportado por el aire, y se aprecia un crecimiento significativo en diferentes partes del mundo, aunque de manera desigual.

El potencial alergénico de la infraestructura verde es la capacidad que tienen los componentes vegetales que conforman los elementos verdes de la ciudad para emitir polen y así provocar reacciones alérgicas en la población. Este potencial depende de varias características biológicas de las plantas, como su estrategia y la duración del periodo de polinización, el volumen de la corola y, lo que es más importante, la presencia de moléculas alergénicas en las paredes del polen. Cabe aclarar que el propósito de estas moléculas no es causar alergias, tienen una función diferente en los vegetales, pero en esencia son proteínas que el sistema inmunológico del cuerpo reconoce como extrañas y se dirige a estos alérgenos para causar síntomas alérgicos.

En estas circunstancias, Paloma Cariñanos, experta en botánica y docente del máster en Ecología Urbana, conoce la importancia de controlar el potencial alergénico en los parques y el arbolado de las ciudades. Doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad de Córdoba y profesora titular del área de Botánica desde 2001, lleva varios años dedicándose a la docencia de diferentes asignaturas relacionadas con el ámbito de la botánica, la ecología urbana, la infraestructura verde y la gestión de la biodiversidad en medios urbanos.

Una de las especialidades de su trabajo se centra en el desarrollo de un índice que permita valorar el potencial alergénico de la infraestructura verde y así lo traslada a los estudiantes del máster para conseguir que, entre todos, las ciudades sean entornos más sostenibles, saludables, resilientes, y en definitiva, mejores lugares para vivir.

Cariñanos destaca que las ciudades con mayor crecimiento urbanístico y de población tendrán un aumento en el número de casos de alergia, y que, como medidas de mitigación, estas ciudades tendrán que ir incrementando la superficie verde mediante soluciones basadas en la naturaleza SBN.

Además, la experta indica que “no todas las plantas tienen polen alergénico, pero sí muchas de las que se han utilizado de forma abundante como flora ornamental en los espacios verdes urbanos”.

Paloma Cariñanos cree que una de las soluciones ante esta circunstancia está en las alineaciones de árboles que se plantan a lo largo de las avenidas, y que tradicionalmente son de una sola especie, comiencen a ser más diversas, con varias especies, ya que así se reducen las enormes cantidades de polen alergénico que se emiten durante la floración.

Los beneficios que tienen para los ciudadanos el diseño de espacios verdes con bajo impacto alergénico son inmediatos, ya que una de las medidas de prevención de los síntomas de la alergia es evitar el contacto con la sustancia desencadenante, que, en este caso, es el polen de las plantas.

Si en el diseño y planificación de zonas verdes se evitan o minimizan aquellas especies que tienen un polen más agresivo en términos alergénicos, se reducirán sus emisiones, se dispersarán más fácilmente por el aire y tendrán un menor impacto en las personas alérgicas.

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