Compromiso con el medio ambiente, cómo desarrollar un presente y futuro sostenible
El cambio climático es uno de los grandes debates abiertos en la sociedad. La fuerza que tiene este efecto en la naturaleza y la salud de las personas es evidente, al igual que la necesidad que tenemos, tanto como gestores y usuarios de espacios verdes, de estar comprometidos y concienciados con la situación del planeta.
Es posible visualizar un futuro en el que todo funcione mejor, requiere de un esfuerzo y trabajo importante, pero es posible. Uno de los conceptos clave para avanzar en los proyectos de gestión del verde es la resiliencia. La resiliencia es el pilar sobre el que sustentar el trabajo del presente, para construir una infraestructura verde que no sólo se adapte a la actualidad, si no que esté preparada para un futuro mejor.
LA IMPORTANCIA DE LOS ESPACIOS VERDES URBANOS PARA EL PRESENTE Y EL FUTURO MEDIO AMBIENTAL
El hecho de que más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanos, y este porcentaje continúa creciendo, nos lleva a pensar en la obvia importancia que tiene la adecuada gestión de estos espacios, donde se produce una concentración de contaminantes, ruidos y emisiones.
Sin embargo, investigaciones han determinado la importancia que tienen los sumideros de carbono para regular la cantidad de dióxido de carbono presente en la atmósfera, y la vegetación, es uno de los principales sumideros, al ser capaz de recoger este gas mediante la fotosíntesis.
Por ello, la tarea de conservación de las masas verdes es vital para regular el ciclo de carbono. Estudios recientes determinan que la vegetación presente en los núcleos urbanos puede llegar a absorber hasta el 80% de las emisiones de dióxido de carbono producidas por el tráfico.
¿Cómo gestionar los espacios verdes para proteger el presente y el futuro? Uno de los criterios importantes a tener en cuenta es el ofrecido por la Organización Mundial de la Salud, que determina que la superficie mínima de zona verde por habitante debe ser de 9m2, en otras palabras, un árbol cada tres habitantes.
Evidentemente, los trastornos producidos por el cambio climático están aquí, y posiblemente vayan en aumento. Sin embargo, y a pesar de que la solución global es compleja, los procesos que afectan al desarrollo de la infraestructura verde urbana en el presente y el futuro deben pasar por la puesta en marcha de estrategias de ordenación de territorio, con planes urbanísticos que presten una atención especial a la información climática y a los efectos del cambio climático.
De manera que las propuestas de gestión de los espacios verdes urbanos integren entre sus objetivos, impedir y prevenir la degradación de los recursos naturales con influencia positiva en el clima, al igual que un mejor aprovechamiento y adaptación a las características y efectos del cambio climático. En definitiva, un trabajo desde y para un desarrollo sostenible y resiliente.