Agrogloamour en el verde urbano
La aprobación del Convenio Europeo del Paisaje en 2000 situó al paisaje en el debate público, dando visibilidad a su relevancia como fenómeno cultural y recurso ambiental. Algo que choca con la progresiva estandarización y homogeneización de los paisajes, la cual tiene serias repercusiones en la pérdida de identidad local y de biodiversidad.
Y es que, el aspecto estético y visual del paisaje es una parte esencial de la vida cotidiana de los ciudadanos y en el contexto urbano condiciona especialmente la conservación de la infraestructura verde.
Sin embargo, las profesiones responsables del diseño y gestión de paisaje evaden con frecuencia las cuestiones estéticas derivadas de la actuación ciudadana, el asilvestramiento, o los paisajes generados espontáneamente sin su participación, cuya estética no determinan, y por tanto rechazan.
EL “FEISMO” GALLEGO
Un ejemplo paradigmático de este debate se encuentra en el concepto de “feismo“ gallego, un tipo de intervención humana en el paisaje que supuestamente degrada el mismo como consecuencia de acciones públicas y privadas que destruyen lo que se entiende como paisaje típico gallego.
Según Xosé Manuel Santos Solla, catedrático del Departamento de Geografía de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), el feismo no existe y se trata, a su juicio, de un concepto articulado e ideado para “culpabilizar” al campo gallego desde las élites urbanas, y que va más allá de la estética.
En un ensayo sobre el tema, reflexiona sobre el concepto de feismo y lo relaciona con políticas de poder, analiza los vínculos entre el paisaje canónico gallego, que se remonta al siglo XIX, y la idea de feismo como fenómeno de resistencia cultural que cuestiona el “discurso paisajístico autorizado”.
En Galicia parece existir incluso una estética alternativa, el “agroglamour”, que elige una estética agraria vernácula e improvisada sobre los criterios uniformadores de la agricultura industrial. Este debate se podría extender al propio diseño del paisaje artístico, especialmente si comenzamos a naturalizar y ruralizar las ciudades.
Con esta reflexión, no surgen las siguientes preguntas, ¿Hasta qué punto el aspecto de los parques y jardines urbanos se corresponde con criterios estéticos explícitos o necesidades de mantenimiento? ¿Es posible mantener todo lo que se diseña en términos de infraestructura verde? ¿Existe un verdadero canon estético del espacio verde urbano o responde tan solo a imágenes preconcebidas culturalmente? ¿Es preciso “mantener proyectos” o basta con mantener espacios verdes? ¿Podría ser el “agro-glamour” la nueva estética del decrecimiento del paisaje urbano y periurbano?
Podéis comentar vuestras impresiones en la sección de comentarios, al final de este artículo.
Podéis acceder al ensayo clickando en este enlace.
Que se sepa “el feísmo” no es una categoría estética.